Elecciones 2013: El honestismo mata

Por Lea Ross (@LeandroRoss).

El jueves pasado, durante una conferencia de prensa, la candidata Luciana Echeverría presentó un proyecto de ley, como propuesta en caso que gane una banca en diputados, denominado la Ley Anti-corrupción. El proyecto consiste en declarar a los casos de corrupción como imprescriptibles, como así también la declaración obligatoria de fondos sustraídos en caso de que el acusado haya declarado su culpabilidad y eliminación de fueros parlamentarios para aquellos que están enlazados con el mismo. O sea, casi comparalos con crímenes de lesa humanidad.

“La corrupción es una problemática fundamental de éste régimen, que es el combustible que hace funcionar los grandes aparatos del bipartidismo”, sostiene la militante del MST y candidata del Frente Progresista Cívico y Social. “Vemos cómo la corrupción mata, porque la realidad es que se roban los fondos que se deberían destinarse a obras necesarias para evita muertes, como vimos la tragedia de Once, las inundaciones”.

Al igual que los noventa, desde el año pasado hay un resurgir de la problemática de la corrupción. Esto se ha dado con el descarrilamiento del tren Sarmiento, que luego impulsaría la campaña La corrupción mata, y por el otro lado el regreso de Jorge Lanata a la televisión abierta. En este año, con un mayor reforzamiento por el desmembramiento de la “ruta del dinero K”, de la mano de Lázaro Báez. Y ahora, aún más con bagaje fugaz de Ricardo Jaime.

Todo está cuestión no hace más que endurecer el honestismo, concepto creado por Martín Caparrós que refiere al discurso, tanto de políticos como de periodistas, que enfoca a la corrupción como el mayor de los males. “La corrupción existe y hace daño. Pero también existe y hace daño esta tendencia general a atribuirle todos los males. La corrupción se ha transformado en algo utilísimo: el fin de cualquier debate. (…) La discusión política es el tema que el show de la corrupción supo evitar”, señala Caparrós en su libro Argentinismos.

No es que la corrupción mata. Son los modelos políticos que se ejercen y que promueven la corrupción. El modo de distribución de fondos, por parte de los respectivos funcionarios, y otorgarlos a corporaciones concentradas para el manejo de trenes, fue lo que realmente mató a las 51 personas. Hoy son acusados Schiavi, Jaime y los Cirigliano. Pero estoy seguro de que si al Sarmiento lo hubiera manejado Roggio, como lo hace ahora desde mayo de 2012, la tragedia se hubiera dado igual. Porque estructuralmente, Roggio y Cirigliano son iguales. De hecho, el Grupo Roggio es el responsable empresarial del asesinato de Mariano Ferreyra al aplicar el modelo de tercerización y, por efecto, de los despidos en el tren Roca, que luego se haría una movilización por las reincorporaciones y de allí la masacre del octubre del 2010, por parte del propio sindicato.

Lo mismo con las inundaciones: el modelo estructural de las ciudades es lo que produjo que todo se inunda. La corrupción es el efecto, no la causa.

Se requiere un debate serio que busque modelos de alternativas para que permita una real recuperación de los trenes y la ciudad.

Ya se han lanzado las campañas. Son muy pocas las propuestas de los candidatos. Por no decir cero. Quizás el proyecto Anti-corrupción sea la primera y más concreta de las propuestas. Que está bien que se proponga, está bien combatir la corrupción. Pero resulta curioso que una candidata de izquierda haya definido a la corrupción como lo primero que hay que combatir. El MST es la fuerza política que más sea movilizado en contra de Monsanto. Estuvo en todas las marchas, en todas las concentraciones en Malvinas Argentinas, estuvo en todas. Y sin embargo, Monsanto no estuvo en la agenda para la presentación de la primera, La Primera, propuesta. A la hora de obtener cargos, importa más chupar lo que hablan los medios masivos, que es la corrupción, que hablar de modelos concretos, como pueden ser uno distinto a Monsanto. O al Código de Faltas, el mayor mal que tiene Córdoba. Porque no es la corrupción que hace funcionar el bipartidismo, es el modelo que comparten tanto el PJ como la UCR.

Como en los noventa, el honestismo mata.