Los Hippies en la UNC

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Una vez le pregunté a Carolina Scotto si no era contradictorio que la UNC repudiara el Código de Faltas y que a la vez avalara la presencia de la policía de De la Sota en la universidad. Ella me respondió que la universidad es autónoma, pero que eso no significa que este exenta de las leyes. Y que además, si la policía recurriese algún delito contra el estudiantado, éste está en su derecho de hacer la denuncia.

Hoy en día no son solo los canas, con la tirita fluor de Seguridad UNC, junto el código de faltas. Es también su necesario labor de llevar armas de fuego, disfrazarse de civil y arrestar por menudeo de parte de algún hippie que se haga pasar por estudiante y tome algún estupefaciente.

Hay una discusión muy coherente a nivel académico sobre la noción del código de faltas. El problema es que es eso: la discusión. En la práctica, la discriminación permanece latente.

La revista La garganta Poderosa denunció que «pibes del Yapeyú», que difundían la revista en Ciudad Universitaria, fueron acorralados por uniformados de la policía de Córdoba, los mismos que se identifican con la pechera de «Seguridad UNC». Reproduciremos el comunicado completo, que incluye el diálogo entre el oficial y las víctimas.

Por suerte, el hippie podrá hacer la denuncia por no dejarlo fumarse una macoña tranqui.

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COMUNICADO DE LA GARGANTA PODEROSA

Desde hace mucho, nos escuchan gritar una y otra vez, contra el Código de Faltas cordobés, ese manual de la intolerancia que condena con prisión a “la mendicidad y la vagancia”. Y ahora, la última novedad: la gorra echa a los pobres que pisan la universidad. Sí, con una pechera flúor que dice “Seguridad UNC”, acorralaron a los pibes del Yapeyú que llevaban la revista para hacerla conocer, con la impunidad que gozan los dueños del poder. Apostando a que nos callemos y te calles, De la Sota tiene un ejército de soretes como el “Sargento Primero Valles”. Podríamos putearlo y ridiculizarlo, pero nada que digamos sería más explicativo que las textuales palabras del efectivo. Ni la Justicia, ni el periodismo: en Córdoba, manda el racismo.

– Ustedes se tienen que ir.

– ¿Por qué?

– Porque no pueden estar acá.

– ¿Y por qué no podemos estar acá, si esta universidad también es nuestra?

– No se equivoquen: acá, el que pregunta “por qué”, soy yo…

– Sí, pero nosotros estamos difundiendo lo que hacemos, para ver si algún día podemos estudiar acá. ¿Qué tiene de malo eso?

– Ojalá estudien, así hay menos delincuentes en la calle, dándonos problemas a nosotros.

– Nosotros no somos delincuentes.

– Afuera, dije, ¡no rompan las bolas!

– Cómo es, ¿si no somos estudiantes, somos delincuentes?

– No se los digo más: acá sólo pueden estar los estudiantes.

– ¿Y cómo sabía usted que nosotros no éramos estudiantes?

– Porque los veo, los miro y me doy cuenta.

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